Carrito
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La vida de Neema Saatar ha estado determinada desde siempre por la guerra contra el gran Adversario: la IE y su instrumento de conquista, el Ejército Combinado. Con sólo cuatro años, Neema fue la última persona en ser evacuada de Agreda, su planeta natal. Su padre la arrojó a los brazos del artillero de la última lanzadera que despegó de la superficie planetaria. Las cámaras de navegación recogieron ese instante, el artillero disparando mientras gritaba que el transporte ya estaba sobrecargado, el rostro desencajado de su padre mientras lanzaba a su hija al interior de la atestada bodega de carga, la confusión del despegue mientras se cerraba la rampa de acceso y el cuerpo del padre convulsionado por los disparos de las tropas Morat una vez cesó el fuego de cobertura del artillero. Estas imágenes recorrieron toda la red de datos Tohaa, como ejemplo del destino que aguardaba a su civilización si sucumbían ante la IE.
El gobierno acogió a la pequeña Neema ocupándose de su educación y convirtiéndola en representante de todos los huérfanos de la guerra. Criada, adoctrinada y educada para convertirse en un símbolo viviente de la resistencia Tohaa, Neema decidió dedicar toda su vida a combatir a los asesinos de su familia. Acudió a la prestigiosa Academia de Oficiales de Vaalaro y a la Escuela de Combate Avanzado de Berteela, y allí donde iba todos reconocían su rostro siempre presente en la propaganda gubernamental. Poco a poco, casi sin percatarse de ello, el reconocimiento dio paso al liderazgo. Cuando Neema hablaba, todos callaban y admiraban a esa mujer cuyos ojos brillaban con un fuego frío e incombustible. Pero la gran transformación se produjo en su bautismo de fuego. Las elevadas puntuaciones de su instrucción se convirtieron en asombrosos hechos de armas, el carácter en el campo de entrenamiento se convirtió en un coraje insuperable, y el carisma desplegado en los debates, en una capacidad de liderazgo arrebatadora.
En la batalla, Neema siempre corre en cabeza, impulsada por un afán de venganza que invade todo su ser, enfocándola en su objetivo. Y con su actitud arrastra a todos los combatientes bajo su mando que, unidos a ella en el lazo indisoluble de los hermanos de armas, la siguen hacia delante. Bajo su mando, sus tropas son el pueblo que reconquista su libertad. El ruido de su carrera es el de la raza Tohaa lanzada al ataque. Tras ella, los soldados Tohaa avanzan con rapidez y energía, y su grito de guerra resuena en el campo de batalla hasta alcanzar las nubes.
El gobierno acogió a la pequeña Neema ocupándose de su educación y convirtiéndola en representante de todos los huérfanos de la guerra. Criada, adoctrinada y educada para convertirse en un símbolo viviente de la resistencia Tohaa, Neema decidió dedicar toda su vida a combatir a los asesinos de su familia. Acudió a la prestigiosa Academia de Oficiales de Vaalaro y a la Escuela de Combate Avanzado de Berteela, y allí donde iba todos reconocían su rostro siempre presente en la propaganda gubernamental. Poco a poco, casi sin percatarse de ello, el reconocimiento dio paso al liderazgo. Cuando Neema hablaba, todos callaban y admiraban a esa mujer cuyos ojos brillaban con un fuego frío e incombustible. Pero la gran transformación se produjo en su bautismo de fuego. Las elevadas puntuaciones de su instrucción se convirtieron en asombrosos hechos de armas, el carácter en el campo de entrenamiento se convirtió en un coraje insuperable, y el carisma desplegado en los debates, en una capacidad de liderazgo arrebatadora.
En la batalla, Neema siempre corre en cabeza, impulsada por un afán de venganza que invade todo su ser, enfocándola en su objetivo. Y con su actitud arrastra a todos los combatientes bajo su mando que, unidos a ella en el lazo indisoluble de los hermanos de armas, la siguen hacia delante. Bajo su mando, sus tropas son el pueblo que reconquista su libertad. El ruido de su carrera es el de la raza Tohaa lanzada al ataque. Tras ella, los soldados Tohaa avanzan con rapidez y energía, y su grito de guerra resuena en el campo de batalla hasta alcanzar las nubes.