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La ambición de Ubisoft en el género de los FPS se materializa de forma eficaz con Far Cry, que en sus últimas entregas ha sido una de las sorpresas del género. La cuarta edición traslada a los jugadores hacia el Himalaya, más exactamente a la zona de Kyrat. Este lugar se ha convertido en uno de los escenarios más icónicos de la franquicia de acción, estando llamada a convertirse en una de las regiones que recordemos durante más tiempo.
En parte, posiblemente, por los variados enemigos con los que nos veremos las caras allí. Es territorio de Pagan Min, un dictador que ha impuesto su ley bajo puño de hierro y que no está dispuesto a bajar de su trono por mucho que se encuentre con el que podría ser la horma de su zapato. El jugador dará vida a Ajay Ghale, que viaja hasta Kyrat por un asunto familiar tan sensible como liberar allí las cenizas de su madre fallecida, pero que no tardará en desviar su rumbo de su objetivo inicial.
La culpa la tendrá una leyenda, un destino pendiente de cumplir y, como ya podéis imaginaros, un tirano. El progreso de Ajay Ghale en Kyrat se convertirá en una de las odiseas más épicas que se han podido ver en el género de los juegos de acción en primera persona. Los escenarios son de un tamaño enorme y tan variados como la imaginación os pueda permitir creer. El tamaño de la región supera al de todo lo visto antes en Far Cry y se convierte en uno de los escenarios más espectaculares que hayamos podido recorrer en el mundo de los videojuegos. Selvas, cumbres nevadas o escenarios desérticos se dan de la mano contra todo pronóstico.
El problema para Ajay se encontrará en que no está precisamente de vacaciones en Kyrat, y no tardará en descubrir lo peligroso que puede ser la región si no tiene cuidado. La fauna salvaje juega un papel fundamental a lo largo del juego y también los poderes mágicos y las tribus ocultas que se esconden en algunos de los rincones más peligrosos de Kyrat. El descubrimiento de su destino y de su misión llevará a que los combates alcancen un nivel épico no visto hasta ahora en Far Cry.
Un juego impredecible
Si algo representa a Far Cry 4 es la manera en la que el desarrollo de la aventura se convierte en algo impredecible. No hay necesidad de planificar los asaltos, porque el jugador nunca se puede llegar a imaginar ni lo que se encontrará, ni lo que tendrá a su disposición para acabar con sus enemigos. Mientras sus oponentes se montan en vehículos para perseguir al protagonista, este puede optar por un medio de transporte más natural y montarse en un elefante que dará trompazos a sus enemigos. Y este solo es uno de los muchos animales que van a tener una presencia destacada a lo largo de la partida.
Un mundo vivo escondido en Kyrat
Es fácil reconocer que Kyrat no sería el terreno al cual viajaría nadie como destino turístico, porque salir de allí con vida es algo, en base, complicado. Pero sí es cierto que esta zona escondida en el Himalaya es una de las más bonitas que se han llegado a ver en el género de los FPS. El cambio de estilo a medida que vamos progresando a través del decorado es suficiente para comprobar lo mucho que han aprovechado los desarrolladores el motor Dunia Engine 2 con modificaciones drásticas a fin de sorprender a los jugadores. Vegetación, clima y efectos de iluminación y humo se dan cita para crear una experiencia irrepetible.
Apostando por la originalidad
No es fácil crear experiencias FPS que puedan ofrecer un gran nivel de solidez y éxito sin apostar por el estilo que más vende entre los jugadores, que no es otro que el de la guerra, ya sea clásica, actual o futurista. Pero en Ubisoft con Far Cry siempre intentan ofrecer algo diferente, una buena historia que destaca al mismo nivel de la ambientación y del trabajo realizado a nivel jugable. Por eso esta saga tiene tantos seguidores y continúa progresando a buen ritmo, siendo esta cuarta entrega una clara manifestación de lo que deberían hacer otros desarrolladores a la hora de conseguir un FPS irresistible.
En parte, posiblemente, por los variados enemigos con los que nos veremos las caras allí. Es territorio de Pagan Min, un dictador que ha impuesto su ley bajo puño de hierro y que no está dispuesto a bajar de su trono por mucho que se encuentre con el que podría ser la horma de su zapato. El jugador dará vida a Ajay Ghale, que viaja hasta Kyrat por un asunto familiar tan sensible como liberar allí las cenizas de su madre fallecida, pero que no tardará en desviar su rumbo de su objetivo inicial.
La culpa la tendrá una leyenda, un destino pendiente de cumplir y, como ya podéis imaginaros, un tirano. El progreso de Ajay Ghale en Kyrat se convertirá en una de las odiseas más épicas que se han podido ver en el género de los juegos de acción en primera persona. Los escenarios son de un tamaño enorme y tan variados como la imaginación os pueda permitir creer. El tamaño de la región supera al de todo lo visto antes en Far Cry y se convierte en uno de los escenarios más espectaculares que hayamos podido recorrer en el mundo de los videojuegos. Selvas, cumbres nevadas o escenarios desérticos se dan de la mano contra todo pronóstico.
El problema para Ajay se encontrará en que no está precisamente de vacaciones en Kyrat, y no tardará en descubrir lo peligroso que puede ser la región si no tiene cuidado. La fauna salvaje juega un papel fundamental a lo largo del juego y también los poderes mágicos y las tribus ocultas que se esconden en algunos de los rincones más peligrosos de Kyrat. El descubrimiento de su destino y de su misión llevará a que los combates alcancen un nivel épico no visto hasta ahora en Far Cry.
Un juego impredecible
Si algo representa a Far Cry 4 es la manera en la que el desarrollo de la aventura se convierte en algo impredecible. No hay necesidad de planificar los asaltos, porque el jugador nunca se puede llegar a imaginar ni lo que se encontrará, ni lo que tendrá a su disposición para acabar con sus enemigos. Mientras sus oponentes se montan en vehículos para perseguir al protagonista, este puede optar por un medio de transporte más natural y montarse en un elefante que dará trompazos a sus enemigos. Y este solo es uno de los muchos animales que van a tener una presencia destacada a lo largo de la partida.
Un mundo vivo escondido en Kyrat
Es fácil reconocer que Kyrat no sería el terreno al cual viajaría nadie como destino turístico, porque salir de allí con vida es algo, en base, complicado. Pero sí es cierto que esta zona escondida en el Himalaya es una de las más bonitas que se han llegado a ver en el género de los FPS. El cambio de estilo a medida que vamos progresando a través del decorado es suficiente para comprobar lo mucho que han aprovechado los desarrolladores el motor Dunia Engine 2 con modificaciones drásticas a fin de sorprender a los jugadores. Vegetación, clima y efectos de iluminación y humo se dan cita para crear una experiencia irrepetible.
Apostando por la originalidad
No es fácil crear experiencias FPS que puedan ofrecer un gran nivel de solidez y éxito sin apostar por el estilo que más vende entre los jugadores, que no es otro que el de la guerra, ya sea clásica, actual o futurista. Pero en Ubisoft con Far Cry siempre intentan ofrecer algo diferente, una buena historia que destaca al mismo nivel de la ambientación y del trabajo realizado a nivel jugable. Por eso esta saga tiene tantos seguidores y continúa progresando a buen ritmo, siendo esta cuarta entrega una clara manifestación de lo que deberían hacer otros desarrolladores a la hora de conseguir un FPS irresistible.